martes, 10 de diciembre de 2013

Tracey y Gillian




Al final de los años 80 y principios de los 90 bajo el brazo protector de Charles Saatchi, surgierón en Inglaterra una generación de artistas que los medios llamarón los “Young British Artist”. Estos (en ese entonces) jóvenes artistas, tenían diversos medios y sus obras eran muy diferentes las unas con las otras, el termino YBA no es especifico de un movimiento como lo podría ser el neo conceptualismo o parecidos, sino es más bien referente generacional, de estos podemos ver a Damien Hirst el más famoso y rico de todos y sus trabajos con animales y luego brincar a la practica de Jenny Savile, pintora de grandes formatos con toda la escuela de Lucian Freud.
Sin embargo son dos mujeres en las que nos concentraremos aquí, cada una con un cuerpo de obra diferente y un lugar en distinto tanto en el mercado como en las instituciones artísticas. Estamos hablando de Tracey Emin y Gillian Wearing, dos mujeres pertenecientes a dicha generación. Las dos artistas participarón en exposiciones importantes vinculadas a los YBA y forman parte de la colección Saatchi. Es interesante analizar  su obra y sus implicaciones hoy, después de ya pasados los años en los que más dierón de que hablar, como su trabajo ha ido mutando desde que entrarón a dicho circuito y como es ahora su producción, ya con la cabeza fría.

Tracey Emin
Probablemente es Tracey Emin la más conocida de las tres. Esto se debe a diversas razones: por un lado están los escándalos mediáticos en los que Emin ha participado, los cuales incluyen aparecer ebria en televisión nacional, así como sus comentarios sobre el actual gobierno ingles, por otra parte esta su obra, que no dista de ser igual de polémica que su realizadora. Salto a la fama por una de sus primeras piezas, Everyone I have Ever Sleep With 1963-1995(fig.1)una casa de campaña en la que borda y cose los nombres de todas las personas con las que durmió desde su nacimiento hasta el año 1995, esto incluía a sus parejas sexuales y también parientes suyos como su hermano. A partir de aquí podemos ver como un camino empieza a formarse, la intimidad y vida personal de Emin es su motor principal de trabajo, hacer publico lo privado. Otra pieza que ventila su vida personal es My Bed(fig.2), presentada en 1999 en el Turner Prize, donde no ganó pero si fue adquirida por el coleccionista Charles Saatchi; esta instalación consiste en la cama de la artista, tal cual estaba en ese momento, a su alrededor podemos ver condones usados, ropa interior sucia y unas sabanas manchadas y amarillentas. Esta obra bastante personal desnuda la vida del artista y lo hace público, como muchas otras de sus piezas, sin embargo hay que preguntarse hasta qué momento la vida de Emin puede seguir siendo eje de su trabajo.
 Esta cualidad por la que es reconocida la obra de Tracey Emin se vuelve su mayor problema, hasta que parte lo es pertinente hacer pública la vida privada. Hacer publico lo privado no es necesariamente malo, sin embargo muchos de los trabajos de Emin están posados en una línea discursiva bastante común, no se encuentran elementos interesantes o que puedan servir de experiencia empática al espectador. Tomemos por ejemplo el trabajo de Nan Goldin, la cual fotografío una etapa de su vida, sus amigos, familiares de forma casi invasiva, fotografías sumamente fuertes y que pertenecen a la vida privada de la artista se usan para hablarnos de un contexto especifico, la decadente vida underground, el desolador mundo de las parias y la catástrofe del SIDA, las drogas y la violencia; temas con los cuales podemos entender un momento histórico o simplemente asomarnos a esta problemática que se marca social y a la vez afectiva, en otras palabras, hay un mensaje empático. La obra de Emin carece de esta cualidad, mucha de la polémica que rodea la obra de Emin es tan solo una provocación que sacude a las conciencias puristas, hasta para provocar Emin es tibia, en su fotografía I’ve Got It All(fig. 3) Emin frota billetes y monedas sobre su ropa interior, como si tratara de estimular sus genitales, siendo en cambio una imagen no tan fuerte como pretende, cuando sabemos que existe una tradición de arte femenino donde el uso del cuerpo es mucho más explicito.
Tracey Emin siendo una de las artistas más reconocidas y por ende coleccionables de los YBA crea piezas especificas para un contexto bastante anglosajón y privilegiado, si bien la vida de Emin no transcurrió en la alta sociedad, si tuvo siempre el privilegio de ser una mujer blanca de clase media, por más explicita que trate de ser, su obra no llega a ser interesante, el espectador pocas veces se siente identificado con estos “problemas de chica blanca”, prueba de esto puede ser el articulo de Vice magazine “Estoy harto de pretender que entiendo el arte”, escrito por Glen Coco donde critica una exposición de arte de Emin y al mismo tiempo de forma muy casual y divertida expone el sistema de legitimación del arte contemporáneo y sobre todo el sistema que representa Charles Saatchi en Londres.
Figura 1: Everyone I ever Sleept With 1965-1995, 1995, general y detalle.

Figura 2: My Bed, 1999, Colección de Charles Saatchi

Figura 3. I’ve got it all, 2000, Colección Charles Saatchi.
Gillian Wearing
Por otro lado tenemos a Gillian Wearing que es parte de la misma generación e igualmente su obra habla sobre lo personal, la intimidad y la persona, desde una perspectiva diferente.  A principios de los noventa Wearing realizó una pieza en la que le daba cartulinas a la gente y les pedia que escribieran lo que quisieran en ellas, la pieza llamada, Signs that say what you want them to say and not signs that say what someone else wants you to say de 1992 consiste en fotografías de gente sosteniendo los carteles con los mensajes que ellos mismos escribierón, de esta forma la artista revela a extraños y sus pensamientos, muchos de los carteles no dicen gran cosa pero muchos otros revelan los pensamientos más profundos de las personas, de esta forma Wearing trata de destapar la poca comunicación que ella cree existe en la sociedad inglesa (fig. 4). Otra pieza interesante de la artista es Confess all on video. Don’t worry, you will be on disguise. Intrigued? Call Gillian de 1994 en la cual este mismo texto que sirve de titulo se publicó en la revista Time Out, recibiendo muchas llamadas y gente deseosa de participar confesando sus traumas secretos y deseos, protegidos bajo el anonimato (fig5)
A diferencia de Emin, Wearing trata el tema de la vida privada desde otro lado, al exponer de forma pública y consensada a personas comunes Gillian Wearing hace una especie de radiografía social de la vida en Inglaterra, señala las grietas afectivas y mediante estrategias sencillas que invitan a la gente “común” a participar y formar parte de la obra, a ser puestas bajo la lupa para el escrutinio. En su obra de los años 2000 Wearing decide ahora usar su vida privada como material, pero de nuevo, la aproximación es diferente y bastante interesante; para el proyecto Album, Wearing decidió recrear fotografías de su álbum familiar, esto incluía fotografías de ella a diferentes edades y de sus familiares (fig.6); para este proceso la artista aparece en todas las fotos disfrazada ya sea de ella misma o su padre, madre o hermano. A diferencia de Emin, este proceso es más interesante y empático, aunque estamos viendo un aspecto muy personal de la autora, le agrega un significado más profundo al recrear estas fotos con las cuales nos podemos sentir identificados, pues todos en algún momento hemos sentido esa conexión con la familia y el ser parte de una estructura como esta, no solo social sino biológicamente.  Actualmente la artista realiza una serie de autorretratos donde se disfraza de fotógrafos a los que ella admira (fig.7).

Sin lugar a dudas ambas mujeres representan un panorama muy diferente de lo que es el arte en Inglaterra y lo que son los YBA, ambas mujeres trabajan la diferencia entre lo publico y lo privado, desde diferentes aproximaciones. Personalmente prefiero la obra de Gillian Wearing pues contiene un análisis social del individuo que es preciso y profundo y al mismo tiempo es cuidadoso de los sujetos con los que participa.


http://imageobjecttext.files.wordpress.com/2012/06/wearing-signs-1992-3-signs-2.jpg
Figura 4 Signs that say what you want them to say… 1993

http://exploringartinthecity.files.wordpress.com/2012/05/wearing-4.jpg
Figura 5 Confess all on video. Don’t worry, you will be on disguise, Intrigued? Call Gillian. Still de video, 1995
Gillian Wearing Maureen Paley 18
Figura 6 Self Portrait as my Brother Richard Wearing, 2003
Gillian Wearing Maureen Paley 06
Figura 7 Me As Mapplethorpe, 2009

F for Fake is over




Orson Welles esta disfrazado con una capa y un sombrero mira al espectador y le dice que durante la siguiente hora todo lo que verá es realidad. Una mujer hermosa pasea por las calles de una ciudad europea, todos los hombres la ven, sin embargo no pueden percatarse de que ellos también están siendo observados. La ultima película de Welles es una oda a la trampa, al engaño y al arte, su valor y su legitimación; el film describe de forma cuasi documental la vida del falsificador de arte Elmyr de Hory y su biógrafo el también tramposo Clifford Irving, quien durante la producción del film perpetro un engaño, al crear una falsa biografía de Howard Hughes el excéntrico magnate. Diversos niveles de trama se tejen en este film, mientras escuchamos y vemos como es que de Hory ha vendido sus pinturas a cientos de coleccionistas e instituciones, también vemos una pelea de egos entre el biógrafo y el falsificador. El valor del arte queda al descubierto y nos hace preguntarnos si es necesario que las pinturas elaboradas por de Hory sean descubiertas, dado que la experiencia artística que evocan es la misma aunque no sean del autor original, Barthes nos dice lo mismo en la muerte del autor, hay que alejarse del autor  para evitar cerrarnos a las lecturas, si una pintura es hermosa y tiene las cualidades que permiten una experiencia estética e intelectual que diablos importa si la hizo Elmyr de Hory o Cezanne. El autor de desvanece al igual que las tramas en la película, se van desdibujando lentamente, cuando la historia de Pablo Picasso y Oja Kodar inicia, nosotros la creemos fielmente, hasta que el mismo Orson Welles siempre hablándole al espectador (muy Bretchtiano) nos recuerda que su promesa fue una hora de verdad y los pasados 17 minutos han sido un elaborado engaño, que nos han puesto a dudar de toda la trama, siendo fiel al espíritu del falsificador Elmyr de Hory.  Lo más increíble de esta película es como se tejen una maraña de mentiras, la ficción se complementa y se vuelve real, el arte queda descubierto como el gran y maravilloso engaño que es.

Eduardo Salazar Martínez

Mario Vargas Llosa y su débil crítica


Mario Vargas Llosa escribio una critica a la exposición Sensation, una de las más importantes para los Young British Artist. Es gracioso ver algunas de las aseveraciones de Juan Acha hacerse realidad en el texto de Vargas Llosa, tales como la poca seriedad e ignorancia con la que los letrados escriben critica de arte y como muestran su nulo interés y conocimiento sobre los procesos historicos del arte. De igual forma el texto de Avelina Lesper “el complejo del urinario” a pesar de los comentarios que glorifican el escrito de esclarecedor, no tiene nada de “esclarecedor”, al contrario es una amalgama sin sentido de palabras que de una forma poco profesional (sin citas textuales, ni índice de fuentes) utiliza a Carl Jung para hablar de un invento en el cual el Ready-made de Duchamp funge como principal provocador de una cuasi enfermedad que la muy inteligente y omnisciente Avelina encuentra en las obras de arte contemporáneo, Juan Acha debe de estar revolcandose en su tumba ante la ignorancia de estos dos personajes, aunque bien hay que darle a Vargas Llosa el beneficio de la duda, puesto que el no es critico de arte ni conocedor a conciencia, a lo mucho un espectador del arte bien letrado.
Con esto de fondo me gustaría hondar más en el texto “Caca de elefante” solo para  dejar en claro que se necesita saber el contexto del arte y no solo hablar ignorantemente como Vargas Llosa lo hace, que si bien, muchos de los YBA no son de mi agrado, hay puntos que no se pueden ignorar al hablar de las piezas descritas por el peruano:
1.     En el texto Vargas Llosa parece escandalizado por la temática sexual de la exposición, en efecto existen en esta exposición varias practicas que aluden al sexo y la genitalidad, varias incluso no son mencionadas (como las pinturas de Jenny Saville o las esculturas de medias de Sarah Lucas), me pregunto el porque del escándalo ante estos temas, como si el arte en todos los momentos de su larga historia no los hubiera tocado. Incluso le es tan “aberrante” este tema a Vargas Llosa que ve una vulva en una pieza que ni siquiera es tal cosa: “Mat Collishaw ha perpetrado un óleo describiendo, en un primer plano gigante, el impacto de una bala en un cerebro humano; pero lo que el espectador ve, en realidad, es una vagina y una vulva.” Esto es totalmente falso, la pieza en cuestión se llama Bullet Hole, la imagen presenta una herida en una cabeza, mediante el titulo pensamos que se trata justo de un aparatoso incidente con una pistola, pero en realidad el autor tomo la imagen de un libro medico y la herida fue en realidad causada por un pica hielo. Nada de panochitas involucradas señor Vargas Llosa.
2.     Chris Ofili en efecto trabaja con caca de Elefante, pero tiene sus razones, dado que su obra gira en torno a las problemáticas raciales sobre todo cuando el artista tiene ascendencia africana, las implicaciones de usar este material se vuelven más entendibles, también el uso de símbolos que han sido modificados para tener connotaciones raciales como la Virgen María a la que alude el escritor,  una virgen negra, afromestiza, que causo escandalo más por esta condición que por los penes a su alrededor, es claro que Vargas Llosa no iba a comprender este contexto racial, al ser el, un visitante intelectual y no conocer la condición de discriminación que afrenta la comunidad negra en Inglaterra.
3.     La pintura Myra es una de las más controversiales justo por que los asesinatos perpetrados por Myra Hindley e Ian Brady causarón conmoción en la sociedad inglesa. Estos asesinos de niños han sido parte de un infame imaginario colectivo, no es de extrañar que la pintura realizada con cientos de stenciles de manos infantiles causaran revuelo, sin embargo, como pieza de arte podría decir que me parece muy buena, pocas obras causan tal revuelo, no solo explotando el factor del shock sino también por hablar de un tema taboo para una sociedad. 

martes, 3 de diciembre de 2013

De historia e histeria: apuntes sobre algunas obras de Eduardo Abaroa.



Eduardo Abaroa es un artista mexicano que ha estado activo desde principios de la década de 1990. Miembro fundador del espacio Temístocles 44 ha tenido diversas exposiciones colectivas e individuales dentro y fuera del país, desde hace algunos años es parte de los artistas de la galería Kurimanzutto y parte del comité fundador de SOMA.
Con este curriculum detrás podemos ver que Abaroa, forma parte de una generación de artistas que actualmente gozan de un estatus privilegiado en el circuito mexicano del arte contemporáneo. Durante sus primeros trabajos Abaroa mostraba un humor, característico de la producción artística de esos tiempos, ejemplo de eso es una de las piezas que nos interesan para este ensayo: Obelisco roto portátil (para mercados ambulantes) de 1993. Esta escultura hecha con los mismos materiales que usan los vendedores ambulantes, los tiangueros o tianguistas,  es una reinterpretación de Broken Obelisk de Barnett Newman que hizo en 1963. Las esculturas de Barnett se encuentran en diferentes lugares, afuera de la Rothko Chapel en Houston, Texas y claro en el MOMA, lugares sagrados del arte. Representación clara de la modernidad, o la caída de esta, el obelisco roto funge como símbolo de la derrota. El remake de Abaroa, sin embargo tiene otra lectura, originalmente fue concebido para estar justo en el espacio público; si bien entendemos que los museos donde se encuentran los originales son espacios públicos, el artista lo lleva a su ultima consecuencia, el espacio público fuera de la institución, hay un desplazamiento de la obra de arte, que va del museo a la calle[i].  Los materiales del remake claramente no son los mismos, sino que tienen la función de tener la misma estética que los puestos a su alrededor, debería de mimetizarse con el entorno esta escultura y ser parte del paisaje urbano.

Esta pieza puede ser comparable con otra realizada por el artista en el año 2006, durante el solsticio de otroño, Stonhehge sanitario fue una recreación del mítico monumento prehistórico Stonhenge ubicado en Salisbury, Inglaterra, pero en vez de los monolitos de piedra, el escultor utilizo baños portátiles para recrear la formación de las piedras octogenarias. De igual forma se improvisó un “solsticio de otoño” con un reflector, esto para simular la sensación de un amanecer más largo, y recrear las funciones de la formación original[ii]. Así como en Obelisco roto, Eduardo Abaroa pone a funcionar materiales ajenos con un toque de humor negro, la inminente carga simbólica y el peso histórico de la construcción original quedan relegados y ahora son únicamente reconocibles por la forma en la que los baños están colocados. El uso de materiales poco comunes y hasta “vulgares” son usados para estas recreaciones que pretenden romper con el peso simbólico y solemne del arte y la percepción histórica, en ese sentido Abaroa pretende con su discurso denostar la inestabilidad de nuestra historia y las implicaciones culturales de esta, el uso de espacios públicos para la colocación y activación, igual denota una preocupación (sesgada) por incluir a un espectador diferente al del circuito del arte contemporáneo, la idea detrás de estos remakes históricos de objetos y símbolos importantes de la alta cultura, es que se ajusten a las condiciones estéticas y simbólicas de la cultura de masas, el público no iniciado en situaciones artísticas; sin embargo, al final el producto artístico de Abaroa llega al sector comercial cultural por medio del mismo objeto artístico, es el caso de Obelisco roto, que forma parte de una colección de arte privada, o Stonghenge sanitario, cuyo proceso fue documentado fielmente y presentado en la Sala de Arte Público Siqueiros[iii].

Algunas de las preocupaciones del artista salen a flote, su interés por los símbolos artísticos e históricos y su afán de subvertirlos por medio de los materiales y el cambio de contextos expositivos se hacen evidentes en estas dos piezas, es por eso que el proyecto Destrucción completa del museo de antropología, obra reciente del artista que se expuso en la galería Kurimanzutto en el 2012, a pesar de tener ejes temáticos parecidos a los proyectos anteriormente mencionados, se escapa y se vuelve una obra complicada y conflictiva.
La propuesta de este proyecto es como lo dice el titulo, plantear la destrucción del emblemático museo: galerías, espacio de oficinas y el patrimonio que se encuentra en el, con ello Abaroa pretende hacer un comentario critico sobre la institución museística, el paternalismo de estado y los abusos de este hacia la comunidad indígena, mientras que por otra parte se valida a sí mismo y la identidad nacional gracias al patrimonio prehispánico de los pueblos originarios del país[iv]. A pesar de todas estas intenciones y la investigación de dos años que le llevo al artista este proyecto, las piezas resultantes y el conjunto en general que integrarón esta exposición quedan demasiado lejos de una realidad histórica que azota al país, se queda todo en la intención, de nuevo, de hacer una practica artística con contenido politizado que no genera más acercamientos. Si bien esta propuesta se basa en un conjunto de planos arquitectónicos y lo que serían escombros de la destrucción del museo, cada uno de estas esculturas o detritus de las obras prehispánicas destruidas, son obviamente objetos perfectamente comercializables, de igual forma la curaduría busca hacer hincapié en la desigualdad étnica y abusos de autoridad que han existido contra los indígenas, renombrando las salas del museo con matanzas ocurridas en diversos grupos, ahora bien, el problema central no es que nos horrorice la idea de mandar a tirar un espacio emblemático para los mexicanos, de hecho eso es lo que le falta a las piezas: generar sentimientos encontrados respecto a la función del museo y el estado, esto no es posible en el contexto propio de la exposición: kurimanzutto, una galería que si bien no funge como el museo de antropología, dentro de sus propias políticas, cooptan y validan su formación como emblemas del arte culto en México, ¿cómo puede pretender una exposición como esta hacer una critica a las instituciones culturales del estado, cuando la galería cumple un rol paralelo?. A diferencia de Obelisco roto y Stonhenge sanitario, donde Abaroa rompe un poco con la idea del museo y la solemnidad al usar materiales diferentes y el espacio publico, aquí hace lo contrario, critica a una institución dentro de una institución y la deja como en un estanque, solo para observarla.
Abaroa tiene acercamientos un tanto simples a un tema tan complejo como lo es la desigualdad racial y el problema de la discriminación y erradicación sistemática de la comunidad indígena en México, si bien puede realizarse una interesante observación de estas problemáticas a través de este museo, diseñar su destrucción tiene un simbolismo que plantea un grupo de preguntas más especificas: si el museo de Antropología e historia funge como una caja hipócrita del Estado, ¿no sería lo ideal, en vez de destruir el patrimonio dentro de este, regresarlo a los sitios a los que pertenece?, recordemos que muchas de las piezas que están en exhibición fueron tomadas de comunidades indígenas donde todavía tenían funciones místicas y profundas cargas simbólicas. Otra pregunta que hacerse, revisando estas tres piezas, es porque de pronto Abaroa decide meter un contenido tan politizado en su ultimo proyecto; como se menciona el símbolo cultural, artístico e histórico esta presente en algunas de las practicas de Abaroa, sin embargo, hasta antes de esta ultima pieza, su contenido conceptual no estaba mermado por la política (al menos no en una primera lectura) y mucho menos una política racial y compleja como la que pretende analizar en Destrucción total. ¿será acaso que la reciente crecida de proyectos de arte político influenció esta exposición? Podemos observar que incluso algunas de las “esculturas” presentadas asemejan a las minimales piezas que Teresa Margolles ha creado en los últimos años.

Si bien la practica de Abaroa siempre ha estado marcada por cierto humor acido y una mirada particular hacia los procesos históricos generadores de cultura, sede ante los planteamientos del arte contemporáneo, Destrucción total del museo de antropología intentó generar una especie de escándalo o respuesta controversial, pero justamente falló por la ausencia de ello y un claro desconocimiento del artista del conflicto que intento abordar, el problema no es que pretendiera destruir un edificio y que incluso contratara a gente que lo asesoró para planear la demolición, sino que el peso del símbolo no es suficiente para llegar a una conclusión artística y estética respecto a la comunidad indígena. Su practica era mucho más interesante, cuando acercaba la institución a las calles, a un auditorio más allá de la galería, que hubiera pasado si planteaba este proyecto en algún otro lugar que no fuera kurimanzutto y en cambio usará el espacio publico. Dentro de este sentido, cabe mencionar la película de Jesse Lerner “La piedra ausente”, documental que nos narra la historia del problemático traslado de la escultura de Tlalóc de su original Coatlinchan a su emblemático sitio actual, la fuente que da la bienvenida al Museo de Antropología e historia, sobre Reforma.

Eduardo Salazar Martínez

izq. Obelisco roto (para mercados ambulantes). der. Stonehenge sanitario.

columnas, parte de Destrucción total del museo de antropología
vista de sala de Destrucción total del museo de antropología



[i] VV.AA, La era de la discrepancia: arte y cultura visual en México 1968-1997. Turner México, p. 406
[ii] Macmasters, Marry, convocan al solsticio de otoño con un Stonehenge hecho de baños portátiles, La jornada, 30 de octubre 2006, arte y cultura.
[iii] Boletín en línea SAPS http://www.conaculta.gob.mx/multimedia/virtual_html/saps/txt7.swf
[iv] Sierra, Sonia, Abaroa “destruye” al Museo de Antropología, 2012, El universal

Arte 40 en La Esmeralda: Arte de fácil digestión



Juan Acha en sus segundo capitulo de Critica de Arte nos plantea que existen diferentes capas de realidad en la observación y comprensión de la obra de arte, existen diferentes percepciones históricas, desde la apreciación del plano semántico, compositivo y luego lo pragmático. Todo esto me hace surgir dudas, ¿qué es lo que podemos observar y que nos interesa observar en la que fue la exposición arte40? Más allá de las implicaciones políticas hacia la escuela que pueda tener, ¿qué tiene que ofrecer la obra presentada y porque era necesario que una institución educativa artística tuviera que albergar (avalar) dicha exposición?. Una vista rápida nos plantea respuestas inmediatas que bien pueden ser debatibles, pero que por el momento nos funcionan; mencionemos bien primero la falta de una curaduría sería, a pesar de que se supone curadores de museos importantes como en MUNAL fuerón invitados a ser parte del jurado y de la museografía las obras están en completo desorden, acomodadas seguramente en función de hacer el espacio funcional, más que de crear una línea de conversación entre las obras, esto deja mucho que desear y demuestra que aunque el premio de doscientos mil pesos sea bastante grande, lo que les interesa no es realmente crear nuevos diálogos del publico hacia el arte. La obra expuesta, es por convocatoria (una Express en la cual simplemente veían la pieza y decían si o no en menos de quince minutos), la calidad de los trabajos deja mucho que desear, una sección fue creada especialmente para los radioescuchas que no son profesionales del arte sin embargo los que si lo son, mucha obra dista de ser una propuesta real, sino más bien un entendimiento muy “villamelón”, reiterativo y cliché del arte, sin afán de ofender, es arte de casa de cultura.
Ante tal escenario, hay sin duda propuestas que sobresaltan y se miran interesantes, aunque pocas, hay dibujos y pinturas que técnica y conceptualmente son bastante más analizables que la mayoría de las piezas exhibidas, aún así y con toda la afluencia de gente que goza la expo (hay bastantes comerciales en el radio anunciándola) es una exposición mediocre, justamente parafraseando a Acha, la realidad visual le gana por creces a la conceptual, por más que quieren hacer creer que nos “trajerón arte de calidad” como aseveró un patético personaje televisivo y conductor del programa de radio que auspicia la expo, es imposible no ver las fallas y la pésima calidad de la obra, una obra que es creada en un desconocimiento terrible. Era necesaria la entrada de una entidad como La Esmeralda para intentar dar prestigio a este juego, incluso el ganador del premio fue un ex alumno de la escuela (una de las obras decentes), esto genera más dudas, no se puede dudar de la calidad de la obra, sin embargo siempre estará la pregunta si, dado el escandalo que ocurrió dar el premio a un Esmeraldino fue un intento de acallar las voces que se levantarón quejosas ante la invasión de los espacios expositivios, esto posiblemente no lo sepamos nunca.

Eduardo Salazar Martínez